Siempre estás tú.
En la vida hay de todo;
cucharadas dulces
y cucharadas amargas.
Pero siempre estás tú,
para endulzar mi alma.
Pasos de pluma y pasos de plomo.
Pero siempre estás tú,
para aligerar mi alma.
En la vida hay de todo,
saludos calurosos y gratos,
despedidas largas y atribuladas.
Pero siempre estás tú,
para aliviar mi alma.
En la vida hay de todo,
subidas y bajadas.
Pero siempre estás tú,
para orientar mi alma.
En la vida hay de todo
y en ese todo, siempre estás tú.
Haciendo que ame y disfrute mi vida,
con una inexplicable calma.
T. Faerron
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