El mundo de ella
No era feliz,
pero los demás eran felices por ella.
No le gustaban los caminos por donde andaba,
pero eran los caminos que le señalaban.
Su ropa no era tan cómoda como le hubiese gustado,
pero era la que todos llevaban.
Sus palabras siempre salían filtradas, seleccionadas,
porque así estaba escrito.
Su rutina no era la soñada,
pero era muy parecida al éxito del que todo el mundo hablaba.
Sonreía,
porque todos lo hacían.
Su historia todos la escribían,
porque temía escribir las letras
que en su imaginación permanecían.
Su historia todos la escribían,
porque temía escribir las letras
que en su imaginación permanecían.
En su mente, ella soñaba, volaba,
pero en la realidad era esclava.
Vivía en el mundo de todos,
olvidando, completamente,
el mundo de ella...
T. Faerron