Expiró


Sentada, miraba el reflejo de su rostro en el agua.
Se puso de pie, desnudó y se sumergió en aquel río de pensamientos.

Nadó a lo mas profundo de aquellas aguas, 
hasta donde ya no alumbra el sol.

Después de un momento, 
se dió cuenta que se había sumergido demasiado,
que regresar no sería tan sencillo, 
porque el aire inhalado antes de hundirse 
en las aguas de aquel río,
ya no le alcanzaba.

Desnuda,  ahogándose en aguas frías, oscuras,
por propia iniciativa.
No creyó que llegaría tan profundo,
no  imaginó que el agua se pondría turbia,
no previó que el aire, allí, se extinguía;
Nadó en un río de pensamientos, 
sin considerar que allí se perdería.

No logró salir.
Pudo evitar morir;
evitar que las aguas la movieran 
sin compasión a toda dirección.

Expiró... 
pero justo antes entendió, 
que era ella misma 
la que aquellas aguas controlaba.

T. Faerron

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