Les voy a contar una historia

Llegó justo a la hora que le habían citado, se encontró con varios más "puntuales" que ella.

La miraban, miraban su vestido color crema que había sido hecho en base al prototipo pensado para aquel tipo de eventos,es lo que se suponía debía vestir, pero por como la miraban parecía que no era el adecuado.

Le señalaron la silla donde debía sentarse, el sol le daba justo en la cara, así que se puso de pie e intentó mover su silla, pero aquella estaba fija en el suelo; escuchó murmullos y algunas risas de los presentes que aún no retiraban sus miradas y atención de ella. Al no poder moverla decidió sentarse en otra de las sillas vacías, donde el sol no le iba a molestar, pero eso causó tal conmoción, los murmullos aumentaron, se hablaban al oido, ¿tan mal había hecho en moverse un asiento?, al parecer si, así que decidió regresar al lugar que le habían asignado inicialmente, los murmullos bajaron, pero no se calmaron. 

Era extraño, en teoría sería solo un almuerzo, un rato de platicar y conocer, pero en la practica era otra cosa, desde el inicio habia hecho algo mal que mantuvo a todos los demás con ojos puestos en ella, estaba rompiendo reglas que desconocía, todo allí tenía un orden y un propósito asignado; los cubiertos, el vaso con agua, la copa de vino, la servilleta. Después de un rato cometió una torpeza más, bebió agua cuando sintió ganas de beber, el vaso estaba allí, en su lugar, pero no era el momento, debía esperar, era lo que dictaba el protocolo.

Pensaba que era una pesadilla para ella, todo aquello se estaba volviendo una ridiculez, podía decidir por si sola y si decidía quedarse en aquella mesa, iba a hacer del momento algo agradable, así que se cambió de silla, bebió toda su agua, miró a los ojos y sonrío a sus compañeros de mesa, no era una sonrisa falsa, pues a partir de su decisión ella lo estaba pasando bien, contrario a los demás invitados que parecían incomodos y molestos; quizá ella los estaba haciendo sentir así, esa no era su intención, pero ella entendió que no importaba que hiciera, que dijera o que pasara, no habría forma de lograr que aquel grupo dejara los murmullos y miradas.

Al parecer aquel lugar no era el lugar para ella, así que se puso de pie, cordialmente se despidió de todos, caminó segura y feliz hacia la salida de aquel lugar al cual decidió no pertenecer. 

T. Faerron